Qué sucede cuando una unnie fracasa, se tira a la depresión y luego ... se levanta
Intento
encontrar una buena frase para empezar con punch y que se animen a leer mi
nuevo post, en este blog que ha estado entre vivo y muerto (risas).
Me imagino que deducen que durante esta ausencia he estado
haciendo bastantes cosas (para alguien con un ritmo de vida poco acelerado como
yo) y es verdad.
Para ser sincera no había considerado escribir sobre la
experiencia que a continuación narraré, pero siento y sé que es necesario
porque a veces nos sentimos solos en el mundo, como que nuestros problemas son
exclusivos de nuestra desdichada vida y no, créanme que mínimo otra persona
debe estar pasando por una situación similar y a veces un poco de empatía es
una ración de consuelo.
Todo empezó desde hace 10 años (¡asu!), no crean que mi problema es viejísimo, pero quiero hacer un resumen del contexto del inicio de mi pasión por temas relacionados con Corea del Sur; creo que ya en una
entrada anterior les había comentado un poco sobre eso; mi primer acercamiento
fue la música, el kpop, y los dramas, doramas se les llamaba en aquel entonces. Y no me da
vergüenza decirlo, yo creo que el 90% de la gente que en Latinoamerica sabe
algo de Corea del Sur es por el entretenimiento, los que aseveren lo contrario mienten.
Fue así que entre búsqueda y búsqueda en internet, hace 7 años aproximadamente, descubrí varios datos sobre la educación de primer nivel que ellos poseen y también encontré algunos más sobre una beca
maravillosa para extranjeros que otorgaba el gobierno coreano y el NIIED (National Institute for International Education), donde prácticamente te pagan todo (avión, colegiatura, gastos mínimos de vivienda) para que vayas a hacer estudios de posgrado allá,
ya sea maestrías o doctorados.
Supuestamente mis planes eran aplicar a la beca una vez terminara
mis estudios universitarios, lo que sucedió hace 5 años ya, pero por muchas
razones, económicas, pereza y principalmente miedo al fracaso, lo fui dejando
pasar y pasar, hasta que este 2017 dije ¡Basta! ¡Hazlo ya! ¡Al menos tienes que
intentarlo!
Tan
presto salió la convocatoria a principios de febrero me puse a leer
detalladamente, descargar formatos, imprimir otros, solicitar algunos más, y bueno, mi primera gran
sorpresa fue que varios de los documentos necesarios para aplicar salen
bastante caros, al menos para alguien clase media como yo no es un gasto
cualquiera; puse pausa al trámite, incluso consideré no hacerlo ya y anduve
tristeando un par de semanas; hasta que un milagro llego a mí y puse pies en
polvorosa para mandar a tiempo mis papeles, como ya había pasado las fechas
para intentarlo a través de la embajada en mi país, los mande directamente a la
universidad donde quería aplicar.
Los
envié y sentí un alivio, ahora había que esperar que los papeles llegarán a
tiempo a la universidad, por una serie de circunstancias aunque los había
enviado con buen tiempo de anticipación podía ser que no llegarán, que se perdieran en el
camino o que llegarán después de la fecha límite y obviamente no los iban a
recibir. Pero mi segundo milagro llegó, los papeles arribaron sanos y salvos, ahora
dependía de la universidad saber si pasaba el primer filtro.
Pronto llegó un correo electrónico del encargado del proceso en dicha universidad, avisando que los papeles estaban en forma y que se turnarían al departamento correspondiente a la maestría que yo estaba aplicando para que el jefe de sección se pusiera en contacto conmigo para una posible entrevista.
Pasé
casi una semana a medio dormir, pues sé que ellos tienen un horario contrario
al nuestro y podía que hablaran en plena madrugada y yo tengo un sueño muy
profundo, así que programaba mi despertador cada 2 horas durante la madrugada;
fue una semana de espera horrible y la llamada nunca llegó... empezaba a perder
la esperanzas pero en un grupo de fb donde estababan otros aplicantes de todo el mundo y
algunos becarios de años anteriores empezaron a comentar que no siempre hacen
entrevistas; y de algún modo me calmé deseando por lo mejor.
El viernes 7 de abril era el plazo para que las universidades
enviaran las candidaturas finalistas al jurado del NIIED y a partir de ese
día, podía ser que la universidad te avisaran si habías pasado o tendrías que
esperar hasta mayo que salieran los resultados oficiales.
Ya previamente algunas de las personas que habíamos enviado papeles a la misma universidad nos pusimos en contacto para comentar dudas vía correo electrónico, el 7 empezaron a llegar cadenas de correos donde varios decían que aún no recibían nada, hasta el momento todo iba bien hasta que un par de personas dijeron que ellos habían recibido un correo de aceptación al primer filtro y la angustia cundió, pasó el fin de semana.
El lunes, varios más y yo, recibimos un correo por parte del profesor encargado, recuerdo haber hecho una plegaria antes de abrirlo, y cuando empecé a leer lo más temido apareció,
no había pasado a la siguiente etapa, según el correo aunque la aplicación fue
buena, este año hubo demasiada competencia que fue difícil seleccionar y me
instaban a no darme por vencida e intentarlo el próximo año.
Cuando
leí eso en la madrugada, no pude hacer más que llorar en silencio. Ese día mientras salí a caminar pensé en lo injusto de la vida, mi poca suerte, en ya no querer repetir la experiencia y demás catástrofes globales.
Pero mientras estaba trotando, intente serenarme y recordé un libro recién había terminado, el título es "Martes con mi viejo profesor" (planeo hacerles una reseña al respecto), específicamente de una parte que dice que en la vida experimentamos muchas emociones negativas o poco agradables y que la mayor parte del tiempo preferimos evadirlas a enfrentarlas y aprender de ellas; pero no es malo vestirse con ellas de vez en cuando; entonces hice mi ejercicio con mi miedo al fracaso, lo recocí, lo expresé, lo viví, lo lloré y una vez que lo había experimentado supe lo que era, reconocí que no es útil en mi vida y empecé a dejarlo ir.
Así que reflexione qué hice, qué pudo haber estado mal, y de qué modo podría mejorarlo la siguiente vez y encontré varios detalles que pudiera pulir, y ahora estoy con más convicción que antes de volverlo a intentar el próximo año. A decir verdad, ya empiezo a trabajar en ello, poco a poco pero sin detenerme.
Considero que soy una persona que puede aguantar muchas cosas, pero en el campo profesional y académico siempre ha sido mi talón de Aquiles fallar; ahora sé que no siempre alcanza el éxito aquel que es el más inteligente, el más talentoso o hábil, sino el que no se cansa de intentar, ese que no tiene miedo a equivocarse.
Y con todo eso recordé a dos grandes amigas; la primera de ellas fue un ejemplo de cuando quieres algo, lo consigues si te esfuerzas y no te cansas hasta lograrlo; la segunda siempre decía "El NO ya lo tienes, ve por el SÍ"
Así fue un capítulo triste de mi vida en este año, pero sin duda de mucho aprendizaje y ustedes donsengs ¿qué experiencias de fracaso - éxito conocen? ¿han vivido algo similar? ¿cuál es su opinión?
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